“¿Dónde están nuestros hijos?” La dramática búsqueda de los desaparecidos en Siria
- Internacionales
- diciembre 2, 2024
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En el principal hospital de Damasco, un ambiente de dolor y desesperación se vive a diario. Mujeres, algunas en sollozos, recorren los pasillos buscando respuestas sobre la suerte de sus seres queridos, desaparecidos bajo el régimen de Bashar al Asad. Una de ellas, visiblemente angustiada, grita: «¿Dónde están nuestros hijos?».
Yasmine Chabib, originaria de Idlib, viajó durante cuatro horas desde su ciudad hasta la capital siria con la esperanza de encontrar a su padre y su hermano, detenidos en 2013. A pesar de la baja probabilidad de hallarlos con vida, su determinación es clara: no se marchará sin sus cuerpos.
“Abran las mazmorras. Iremos a buscarlos entre los cadáveres”, clama entre lágrimas, resuelta en su búsqueda.
Las escenas que se viven dentro del hospital son profundamente desgarradoras. Un médico pide si alguien puede reconocer al “cuerpo número nueve”, mientras el teléfono de un compañero pasa de mano en mano, mostrando la imagen de un cadáver.
Cuando alguien cree reconocer a su familiar, el cuerpo es trasladado a una sala destinada para confirmar su identidad.
Una madre sale de la morgue, decepcionada por no haber encontrado a su hijo. Al tocar otros cuerpos, sus manos quedan marcadas por la sangre aún fresca. “Todavía estaba caliente”, susurra, su voz quebrada por el dolor.
El doctor Yaser al Qasem, especialista en medicina forense, confirma que algunos de los cuerpos traídos del hospital de Harasta muestran signos de haber muerto recientemente. Aunque las causas y fechas de su muerte aún no se han establecido, la condición de los cadáveres es clara.
Matadero humano
Nabil Hariri, de 39 años, llegó a Damasco desde Derá al conocer la caída de Bashar al Asad. Su objetivo es encontrar a su hermano, detenido en 2014 cuando apenas tenía 13 años.
Ayer, como cientos de personas, fue a la prisión de Saydnaya, conocida por Amnistía Internacional como un “matadero”, pero no encontró a su hermano.
Hoy, al amanecer, se aferró a una nueva esperanza al saber que 35 cuerpos habían llegado del hospital de Harasta, un lugar señalado como punto de tránsito para los cuerpos de prisioneros antes de ser enterrados en fosas comunes.
Sin embargo, su esperanza se desvaneció nuevamente. “Eran personas mayores en todas las fotos. Mi hermano es joven”, señala, frustrado.
Los rebeldes que derrocaron el régimen en 11 días aseguran haber encontrado los cadáveres en una cámara frigorífica del hospital. En un video difundido por Mohamed al Hajj, se muestran cuerpos desfigurados, como uno sin ojos, otro sin dientes, y un tercero cubierto de sangre seca. Algunos presentan hematomas, y un saco contiene restos de un cadáver desollado.
Harasta se ha convertido en uno de los puntos de acumulación de cuerpos provenientes de Saydnaya o del hospital militar Techrine, ambos notorios por las terribles condiciones de los prisioneros, según Diab Seria, de la Asociación de Detenidos y Desaparecidos de la prisión de Saydnaya (ADMSP).
Khaled Hamza, un taxista de 60 años, no ha encontrado rastros de su hijo ni en Harasta, ni en Saydnaya, ni en el hospital de Damasco.
Sin embargo, descubrió documentos en una prisión que contienen información sobre los detenidos. Ahora los lleva a las autoridades de la nueva policía instalada por los islamistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS), que han tomado el control de Damasco desde hace dos días.
“Somos millones buscando a nuestros hijos”, dice Hamza. “Solo queremos saber si están vivos o muertos”, expresa con pesar.